El doctor Raúl de Lucas reclama una información profesional de calidad para “cambiar actitudes” a la hora de afrontar los cuidados dermofarmacéuticos en este grupo de población.
Raúl de Lucas Llanera, responsable de Dermatología pediátrica del Hospital La Paz y coordinador del Grupo Español de Dermatología Pediátrica de la EADV, subrayó la importancia de ofrecer información profesional de calidad dirigida a “cambiar actitudes” a la hora de abordar al paciente adolescente, “un adulto en construcción”, según definió este especialista durante su intervención en las IV Jornadas de Dermofarmacia DermoCOFM.
“Información no es lo mismo que educación sanitaria o educación en salud para cambiar las actitudes, sobre todo en adolescentes”, añadió. Por ello, recomendó “trabajar mucho la educación para la salud, explicar bien, buscar información para entender y mejorar la enfermedad crónica”, ya que, a juicio del doctor De Lucas, “el tiempo que dedicamos a explicar qué es el acné o la dermatitis es el mejor empleado, porque el paciente va a confiar, va a conocer la enfermedad de primera mano y va a ser así capaz de entender el tratamiento y colaborar”.
En su ponencia titulada Cuidados dermofarmacéuticos en la adolescencia, se centró en el reto que los profesionales sanitarios tienen para “atraer al paciente adolescente”, sabiendo que una de las actitudes más comunes en este periodo de vida es su falta de adherencia a los tratamientos. Una razón para recomendar monoterapias eficaces que faciliten su cumplimiento y busquen la satisfacción del paciente con el tratamiento. “Hay que facilitar las cosas al paciente, no ponérselo más difícil”, aseguró.
Ofreció consejos de productos de higiene suave en el caso de que no existan patologías, como productos de pH ácido, evitando ingredientes comedogénicos que obstruyen los poros de la piel, así como hábitos de limpieza “de sentido común”, según apuntó en varias ocasiones, descartando todos aquellos productos que “no necesita para el cuidado de la piel”, aunque se demanden en la consulta.
También se detuvo en los riesgos médicos que conllevan prácticas tan comunes en este grupo de edad como son los tatuajes y los piercings, susceptibles de provocar infecciones y otras complicaciones. Puso ejemplos de lo que tardan en cicatrizar las perforaciones en la piel para ponerse un aro o pendiente que, en el caso del tabique nasal, pueden llegar hasta ocho meses y un año cuando se trata del ala nasal. Sobreinfecciones, queloides y cicatrices hipertróficas o argirosis, coloración de la piel y algunos órganos del paciente en tonos grises o azulados son algunas de las complicaciones derivadas del uso de tatuajes y piercings.
Por último, instó a trabajar en el aspecto emocional de los pacientes, porque las enfermedades dermatológicas crónicas son visibles y siguen estigmatizando, causando sentimientos de vergüenza y de miedo al contagio, que producen prurito, dolor e incluso mal olor. “Es importante la empatía con este tipo de pacientes”. Enfermedades inflamatorias crónicas, autoinmunes, tumores, dermatitis atópica, “son tan frecuentes, que se banalizan”, advirtió el dermatólogo, cuando existen tratamientos y “el sufrimiento de un adolescente no sirve para nada”.
13 de octubre de 2023